En mi vida hay dos tipos de día: los días en los que no tengo inspiración, pero sí tiempo; y los días en los que cientos de ideas y ganas de escribir me asaltan la mente... y no tengo ni un segundo para utilizarlo en mi blog U.U. Este instante lo catalogaría en un término medio entre estas dos: tengo que estudiar la intemerata, no tengo tiempo, pero me da igual. Hoy estoy eufórica, y aunque sé que luego me tiraré de los pelos por perder estos valiosos cincuenta minutos de hora libre en el ordenador, me da igual.
¿Por qué estoy así?
¡Uf! Por muchas cosas.
De primeras, hace un par de semanas hubo una olimpiada de biología en mi isntituto, en la cual competía contra toda mi ciudad: en total, 57 participantes, la mayoría gente de metro ochenta de 2º Bachillerato (sí, daban muuucho miedo @.@, jajajaja).
Peeeeeero, la semana pasada dieron los resultados, y... ¡tatatachán! ¡Quedé quinta de 57! No está del todo mal, ¿verdad? Sobre todo teniendo en cuenta que no he dado nada de bioquímica, un apartado que sería los tres cuartos de la prueba (¡ains, qué orgullosa estoy!).
Bueno, el premio no ha sido taaaan increíble -como de costumbre, el instituto es más agarrado que el Tío Gilito en época de crisis-, y ha sido un pilot metalizado (muy chulo) y un pen-drive del chino (¡cómo no! aún agradezco que en vez del pilot, no nos hayan regalado un bic -que son capaces).
Pero, aún hay más.
Después de ver cómo el ayuntamiento comienza a colgar las luces de Navidad, hay algo que espero con igual ilusión: las golondrinas.
Ya sabéis cómo son: pequeñas, negritas, como si llevaran un traje; pecho blanco y cola larga y en uve. Un pico achatado, y siempre andan revoloteando, de aquí para allá, tirándose en picado a velocidades vertiginosas. Te puedes quedar horas embelesada mirando esas figuras que dibujan contra el cielo azul, o nuboso de primavera.
Porque eso es lo que anuncian: la primavera, el calor, las vacaciones, las mangas cortas, los días de playa y las siestas bajo la sombrilla, oyendo el mar y oliendo su aroma fresco y salado.
Las golondrinas son el mejor anuncio que te pueden dar el mitad del curso -a parte del que sale por la radio cuando se inunda/incendia/se derrumba/se parte en dos/desaparece tragado por un agujero negro el instituto. Parecen que te gritan, te advierten, te dicen que ya has pasado la parte más dura, que estás a mitad de curso, que falta poco para volver a la playa y hacerle aguadillas a tus amigas.
Han llegado las golondrinas, ha llegado primavera.
