Perdón, perdón, perdón!! >.<
Y pensaréis "Ayrel, que vas a desgastar la excusa"... Pues, lo más seguro es que sea verdad... U.U. ¡Pero es verdad, estoy agotada!
Y pensaréis "Ayrel, que vas a desgastar la excusa"... Pues, lo más seguro es que sea verdad... U.U. ¡Pero es verdad, estoy agotada!
Pero bueno, hoy no me apetece ahogar mis penas en letras... Esta noche quiero cumplir una promesa que me hice en cuanto abrí el blog. Escribir, para el aniversario del fallecimiento de mi abuela, algo sobre ella.
Así que, ahí va:
¿La veis? ¿A través de las rejas negras, del cristal de la ventada y de las cortinas blancas de la cocina?
Está sentada en un incómodo taburete blanco, armada con hilo y aguja, y su máquina de coser centenaria. Es una máquina vieja y negra, de estas que van ancladas a una mesilla muy práctica.
Ha tratado con tanto mimo aquella máquina que, aún hoy, se conserva casi nueva: la prueba es que cose como la más moderna de todas ellas.
Con esa máquina, cosió el traje de marinero de su hijo mayor, vistió a su marido y remendó los pantalones de sus mayores nietos.
Se moja los labios para luego humedecer el hilo azul marino con ellos. Enebra la aguja con una agilidad impropia de manos tan ancianas, y cose con rapidez.
Sus manos están atrofiadas, y ya no trabajan como antes. Sus dedos, antes largos y habilidosos, ahora se encuentran nudosos y arrugados. Y, sin embargo, no cejan en su empeño: mañana es el cumpleaños de su nieta más pequeña, ¡y hay que regalarle el vestido nuevo!
Su hija, la madre de la niña, había elegido la tela, pero la abuela se había encargado de coger los patrones, cortar el tejido y coserlo todo.
El vestido resultante debía ser uno cortito, de entretiempo con sombreritos blancos y rojos. Debía llevar una cinta blanca a la cintura, y una cremallera a la espalda... ¡y se está quedando sin tiempo!
¡Pobrecita! ¡Se ha pinchado un dedo! Se lo lame con cuidado, y vuelve a su obra.
Es una mujer regordeta, arrugada como un pergamino. Sus ojos ancianos relucen con vitalidad, y a pesar de tener movimientos limitados por los achaques, se esfuerza porque todo salga bien.
El pelo lo lleva cardado, dándole algo de volumen; y tintado de castaño claro, a juego con sus ojos.
Está vestida con una fina bata, también de entretiempo.
Frunce los labios, ante el esfuerzo, y contenta de haber conseguido preparar la máquina para el trabajo, gira la rueca de su derecha, y pisa el pedal, comenzando a trabajar de nuevo.
Ella jamás ha pedido nada a cambio de todo su trabajo. Es una mujer fuerte, que lo da todo por los que quiere. Ama a su familia por encima de todas las cosas, y así lo ha demostrado durante tantísimos años.
Ni un sólo domingo se quedaron sus hijos sin un vestido nuevo, hecho por ella misma, cosiendo hasta la estenuación; ni un sólo día se quedó su familia sin comer, aunque para eso a veces haya sido necesario el que ella comiese las sobras; jamás sus hijos estuvieron solos, pues ella estaba allí siempre para ayudarlos cuando lo necesitaban.
Su marido encontró en ella una esposa fiel, cariñosa y leal. Lo quería con locura, desde aquel año, en la década de los treinta cuando lo conoció.
Es una luchadora, es una valiente, es una mañosa. Es una abuela.

k bonito!! estaria orgullosa!!guapa!!
ResponderEliminarpues sí... seguro que lo estaría
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